EL LADO OSCURO DE LA TECNOLOGÍA
Crecí en un pueblo del lejano sur profundo de la
República Dominicana. Cuando nací solo había un teléfono en el municipio, en la
oficina del correo postal. A mis 8 años de edad apareció en el mercado el video
juego Atari, y era mi más ferviente deseo poseer uno.
Estaba
embelesado con las maquinitas, es decir las máquinas árcades de los años 80s, a
las cuales solo podía acceder cuando visitaba Santo Domingo, o a Barahona.
En
esas fechas empecé a sentir una admiración por la tecnología que con el tiempo
me haría elegir como carrera universitaria la ingeniería electrónica, porque
además tenía la visión de que la electrónica y las telecomunicaciones tendrían
un gran impacto en el futuro. Era un ferviente lector de la revista ¡Despertad!
y me fascinó un artículo sobre las bibliotecas electrónicas, cuando el internet
era algo inimaginable.
Con
el pasar del tiempo pude ser testigo de la masificación de los celulares,
cuando en un principio solo los empresarios y personas de altos cargos poseían
uno.
En
1995 pude apreciar la apertura de internet al gran público, esto fue facilitado
a mí entender con la aparición del sistema Windows 95. La repercusión de
internet ha llegado a ser mucho mayor de lo que la gran mayoría de las personas
podía imaginar. Las redes sociales son un elemento esencial de la vida de miles
de millones de personas, internet es la tecnología donde convergen las demás,
radio y televisión, con internet puedes tener todo esto y más. Las bondades de
la tecnología son muy amplias.
El
uso de la tecnología en la educación es a mí entender una de sus mayores
virtudes. Sin embargo, a medida que la tecnología cobra mayor relevancia en la
vida de los seres humanos surge la cuestión de su lado oscuro, las
implicaciones negativas.
Una
de las principales implicaciones de la tecnología en el siglo XXI es cómo está
afectando nuestra privacidad. Por ejemplo, las redes sociales han eliminado la
comunicación entre solo dos personas para hacer de nuestras conversaciones
prácticamente del dominio público. Me pregunto si hemos llegado a un punto en
que en vez de hacer que la tecnología se adapte a nuestras necesidades y
deseos, ahora es lo inverso, tenemos cada día más que adaptarnos a los cambios
tecnológicos, solo para estar al día y no quedarnos obsoletos.
Otra
implicación profunda es en la forma como nos relacionamos los seres humanos, es
habitual en una mesa donde antes se disfrutaba de una buena comida y
conversación cara a cara con algunos de nuestros amigos más íntimos, ya los
dispositivos electrónicos están en la mesa como parte del festín, la comida
digital también está presente, y las conversaciones pueden ser hasta de alcance
internacional.
Las
llamadas al 911 han salvado y seguirán salvando muchas vidas, pero la
tecnología como la ciencia no distingue entre el bien y el mal, son los seres
humanos quienes eligen el uso apropiado para ellos. Por eso el lado oscuro de
la tecnología, porque un cuchillo se puede usar para bien o para mal. Pero todo
esto se está volviendo mucho más complicado, porque la línea divisoria entre la
ciencia ficción y la realidad se está quedando cada día más estrecha.
“Nuestras
relaciones son mediadas, nuestras memorias archivadas, y nuestras identidades
son documentos públicos”. (IEEE Potentials, septiembre/octubre 2016, p. 9).
Todavía
soy un gran admirador de la tecnología, actualmente me preparó para estudiar
robótica educativa porque es un uso noble de la misma. Debemos reflexionar como
lo hizo Albert Einstein, quien señaló: “Me preocupa que el día en que la
tecnología sobrepase nuestra humanidad nos convertiremos en una generación de
idiotas”.
Ojalá
no se llegué a cumplir esa premonición del gran genio y maestro de la física y
podamos encontrar el camino, antes de que sea demasiado tarde, para usar la
tecnología para adaptarla a nuestras necesidades y no permitir que seamos
nosotros, hasta en contra de nuestras voluntades, los que tengamos que
adaptarnos a ella.
Prof. Dr. Elías Yamil Bortokán B.
(Doctor
en Educación)
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